Me acerco,
y un regimiento de hormigas se propone invadir mis piernas.
Me acerco más.
Las hormigas se
trasladan a mi ingle como si quisieran devorarla.
Rozo tus rodillas,
a las hormigas les salen alas y comienzan a planear sobre mi
estómago.
Acaricias mi barbilla y me preguntas si estoy nervioso.
Cierro los ojos y te respondo,
-Tanto como las hormigas que ya han conquistado mi pecho.
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