La vasija de éxtasis de mi cuerpo
reposa en tus manos inventadas.
Manos de alquimista y orfebre.
Nunca vacilas en mi noche,
a pesar de los caminos inciertos.
Saboreo tus gemidos silenciosos.
Acaricias mis frutos cálidos.
Te llamo en la distancia
y desapareces.
Te reclamo, abriendo la piel
y entonces, le doy forma a tu figura,
sobre mí, en mí, conmigo...
Humedezco las sábanas de deseo.
Me enciendo.
Me quiebro.
Me separo.
Me uno.
Y estalla mi vasija,
empapándome de ternura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario