viernes, 24 de octubre de 2014

el dios de las pequeñas cosas



Son tantas las pequeñas cosas… En cada una de ellas hay un dios, un dios pequeño. Este es un listado cualquiera, el que cualquiera de nosotros podía elaborar cada día de nuestra vida, si quisiéramos apreciar el valor de las pequeñas cosas.
Al despertar, miro el reloj y permanezco abrazada a la almohada cinco minutos más. Qué sensación tan agradable la de estirar las piernas entre las sábanas calientes.
Ese olor a bizcocho recién salido del horno, inundando toda la estancia de aromas de la niñez.
La grata sorpresa de recibir un mensaje de teléfono de alguien que daba por perdido.
Como se iluminan tus ojos al decirte, cuánto te quiero.
Saborear un cremoso helado de frutos rojos en esas noches de agosto en las que resulta difícil conciliar el sueño.
En los días en que amenaza lluvia, dejar que las primeras gotas empapen mi cara, y en un gesto de valentía salir a la calle sin paraguas.
Perderme entre la gente y los ruidos de la ciudad cuando la tarde va llegando a su ocaso. Pasear a solas o acompañada de alguien conocido, sin importar demasiado el destino.
El ladrido de mi perro al oír el sonido del motor del coche cuando llego a casa después del trabajo. Lames mis dedos desinteresadamente. Me das la bienvenida con frenesí y en ese instante pienso en lo que significa de verdad ser agradecido.
Saludo al señor del quiosco como cada mañana. Pienso que lo importante es lo que no necesita serlo.
Tu boca entreabierta de bebé descansado, al quedarte dormido en el sofá después de comer.
La elocuencia de las palabras que dicen aquellos que, con honestidad, quieren pedir disculpas.
Como te devoro a besos sin objeción alguna. No he probado sabor más agradable que el de tu piel después del baño, antes del baño ó mientras te baño.
Deambulo descalza por la casa al son de una bossa nova los domingos por la mañana. No me importa ni mi apariencia desgreñada ni el movimiento de las agujas del reloj.
El primer baño del verano.
En las tardes desocupadas, enfrascarme en una lectura entretenida. Pareciera que el mundo únicamente lo conformara la historia novelada y yo misma.
Sentir tu sonrisa tímida en mis oídos.
Cuando mi madre me acaricia el cabello mientras cree que estoy dormida.
Tantos son los dioses, tantas las pequeñas cosas y tan poco el valor que se le da, que hoy merecía unas líneas.

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